Su vida
Natural de una población del Óblast de Cheliábinsk, en los Urales, desde muy niño estuvo relacionado con la caza: en primer lugar, con el arco y, más tarde, con armas de fuego, de las cuales la primera de ellas fue un obsequio de su abuelo cuando sólo tenía 12 años de edad. Estudió en la escuela técnica de Magnitogorsk, y sirvió como tenedor de libros en la Escuadra Soviética del Lejano Oriente.
Cuando la Segunda Guerra Mundial estalló, Vassili tenía 26 años y ya era un excelente tirador. Además, estaba alistado en la Marina de su país.
Durante la Batalla de Stalingrado, los alemanes sufrieron numerosas bajas a manos de los francotiradores soviéticos, que se habían convertido en una verdadera amenaza. Las víctimas, por lo general, eran oficiales y soldados del Ejército Alemán, incluyendo algunos francotiradores enemigos.
El 21 de octubre de 1942, fue destinado como francotirador en Stalingrado.
Se volvió famoso después de que la prensa descubriera que logró 40 muertos en un período de diez días.
Mito y realidad
Vassili no sólo era un excelente tirador, sino también un maestro del camuflaje, el sigilo y la paciencia. Se mimetizaba de tal manera con su entorno que difícilmente sus víctimas podían dar con su posición o bien no contaban con el tiempo de vida suficiente para darse cuenta de dónde estaba.
Pronto los periódicos hicieron eco de las hazañas de este hombre y comenzaron a publicar las historias que de él se contaban, aumentando así el orgullo de las personas por este compatriota. Entre tanto, Vassili no sólo trataba de hacer honor a tal fama, sino que también adiestraba a otros compatriotas en el arte del disparo de precisión.
La mayoría de sus alumnos hicieron honor a sus enseñanzas. Víctor Medvedev y Anatoli Chejov hicieron que los alemanes temieran las horas de plena luz, pues asomar la cabeza significaba perder la vida. Ellos y Tania, sus mejores alumnos, habían quitado la vida a más de setenta soldados alemanes. Otras fuentes afirman que los 28 francotiradores entrenados por él se cobraron la vida de más de 3.000 soldados enemigos. También se dice que la hazaña de Záitsev no fue la única y que un desconocido soldado, identificado solamente como Andrei Baciu, había matado ya 224 soldados alemanes hacia el 20 de noviembre de 1942.
Cuando Záitsev tuvo en su haber más de cien muertes, fue condecorado con la Orden de Lenin, aunque esto no le impidió seguir su tarea. En esos días, y según el testimonio de un prisionero alemán, llegó al frente, un oficial alemán de apellido König. Dice este testimonio, que se enteró de que la verdadera misión de König era matar a Záitsev, y acabar así con el mito para socavar la confianza del pueblo ruso.
Durante varios días, ambos oponentes se movieron con sigilo con el fin de estudiar el terreno y tratar de encontrar al otro, hasta que König hizo su primer movimiento, asesinando a dos francotiradores rusos con sendos disparos en las cercanías de una fábrica. Por lo que Vasili decidió hacerle frente. El lugar elegido: la fábrica Octubre Rojo al pie de la colina de Mamaev Kurgan. Al sitio fue acompañado por su amigo y colega Nikolai Kulikov.
Allí se encontraba el alemán, quien también se mantuvo oculto. Así estuvieron tres días con sus noches, esperando ambos con admirable paciencia que el otro cometiera un error y delatara su posición. Al cuarto día, Vasili y Nikolai creyeron saber dónde estaba y urdieron un plan para descubrirlo. Nikolai asomó un casco, el alemán disparó y aquel se arrojó al suelo gritando de dolor. König mordió el anzuelo y se asomó para contemplar a su víctima, hecho que aprovechó Vassili para asestarle un disparo en la cabeza que terminó con su vida.
De acuerdo con el libro Stalingrado de Antony Beevor, el nombre Mayor König no es más que un nombre ficticio creado por los medios. Su nombre real sería Mayor Heinz Thorvald, jefe de una escuela de francotiradores del ejército alemán. La mira telescópica del rifle de Thorvald, de la cual se dice que es el más preciado trofeo de Záitsev, es exhibida actualmente en el Museo de las Fuerzas Armadas en Moscú. Sin embargo, la historia completa permanece esencialmente sin ser confirmada. No hay absolutamente ninguna mención de ello en informes militares soviéticos, incluyendo los de Alexander Scherbakov, aun cuando casi todo acto de francotiradores fue registrado con veracidad.
Por esos días, se convirtió en héroe nacional. Cuando la Batalla de Stalingrado finalizó, había liquidado a 400 alemanes, entre ellos muchos oficiales de alto rango. Záitsev prestó servicio hasta enero de 1943, cuando sufrió heridas en sus ojos. El profesor Filatov restauró su visión, regresando más tarde al frente para terminar la guerra posteriormente en el río Dniéster con el grado de Capitán.
Finalizada la guerra, se casó y se estableció en Kiev como director de una escuela de ingeniería.
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